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HERRADERO EN VICTORINO MARTIN (y III) LA BASE DE LA GANADERÍA

Todos los toros y vacas de la ganadería han pasado por el herradero en su año de nacimiento. Luego han seguido su vida, que para unos ha sido el combate en la plaza y para otras continuar la línea de la ganadería o irse directamente al matadero, por diferentes problemas de salud o accidentes, o sencillamente por no cumplir los requisitos de bravura.


Vacas en Monteviejo

Mientras que los toros son el escaparate de la ganadería, grandes, fieros, majestuosos, los protagonistas del espectáculo que les da sentido, las vacas son la base de una ganadería. Lejos de la vista de los ocasionales visitantes, cumplen su tranquilo papel de criar a los becerros bajo la atenta vigilancia de los vaqueros.


Vacas de Urcola

Menos armoniosas de cuerpo, más descaradas de pitones, más longevas, evidentemente, que los machos, muestran al visitante sus caras asustadizas, sus ojos vigilantes, sus pocas ganas de lío y su reserva de fuerza en caso de necesidad.

  
Victorino las va señalando, “esta viene de Barcial”, dice señalando a una de encornadura despampanante, “aquella más recogida es de Encinas”, que viene de Galache, los guirlaches de los años 60, nobles y bravos, dulces como su apodo, favoritos de las figuras y que han acabado casi desapareciendo a fuerza de su pequeño tamaño y la uniformidad del gusto de toreros y públicos que prefieren los modernos Domecqs. 




Vacas de Monteviejo de procedencia Barcial

Las de Urcola son más grandes, de capa más uniforme que las vegavillar, que parece que se inventaron para ellas los calificativos que aparecen en las páginas de los carteles, que explican los singulares nombres que la distribución caprichosa del pelaje forma en las vacas, que conocemos como patasblancas. Berrendas por principio, calceteras, botineras, luceras, coleteras, berrendas en cárdeno, girones, capirotes, caretos, un espectacular mundo en blanco y negro coronado de considerables pitones.



La reserva de Albaserradas en la finca Monteviejo


En la finca Monteviejo además de las vegavillar y las urcolas, Victorino tiene una reserva de albaserradas, sus cárdenas, base de su ganadería, que mantiene separadas del resto que está en Las Tiesas, para evitar problemas de extinción de familias por una crisis con los saneamientos. Las coloradas urcolas, la mezcolanza op-art de patasblancas y las grises albaserradas, con las inevitables vacas negras que existen en todos los encastes, color habitual de la bravura, conforman un polícromo viaje en el que no dejas de soñar con imágenes de pelea en la plaza, miedo en los tendidos y aparición exultante de la belleza, cuando se junta la bravura del toro con la verdad del torero.

Cerrando la jornada en la puerta de la finca

Reportaje fotográfico de Andrew Moore

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